Había diez y ocho personas viviendo en la casa. Quizás era diez y seis. La casa era blanca, tenía tres pisos, y estaba en el barrio Bellavista del Santiago, Chile. Había seis chilenos, mas o menos, un hombre de Alemania, un hombre de Belgica, ocho estudiantes franceses, y yo, el gringo. Uno de los chilenos era un artista de tatuajes que le gustaba beber ron. Mucho ron. Cuando él bebía mucho, yo nunca le pude entender. Hablaba muy rápido. 

Este sabado pasado, pasé la mañana en mi café favorito del San Francisco. Se llama Beanstalk. Estaba caminado allá, desde mi apartamento, cuando mi amigo me llamó. Antes de un café, me sentía demasiado cansado para hablar, pero contesté. Hablabamos hasta que llegué a Beanstalk. Yo elegí un asiento, pedí por un latte y compré un sandwich también. Eran las once de la mañana y no tenía otro lugar ir. Un día libre y tranquilo. 

Leía mi libro cuando mi amigo Miguel entró el cafe. Él me…

A mi la cosa más de miedo sobre la tecnología es como nos cambia la manera en que nos hablamos. Creo que la tecnología del iPhone ha debilitado nuestro habilidades de comunicación. Ahora somos más corto con la manera de hablar. Los mensajes de celulares son cortos también, y eso están cambiando nuestra forma de leer. Sobre todo, la tecnología nos está haciendo peores comunicadores.