Cómo afecta el calor a nuestras neuromas

[Helen Norris]

Leer este fascinante artículo sobre los peligros de calor me hacía  pensar en las varias personas que recientemente me han dicho que aunque en el pasado se habían quejado amargamente sobre nuestros veranos fríos, ahora, después de enterarse de o de experimentar  de primera mano las olas de calor en muchas partes del mundo, han cambiado de opinión  acerca nuestro clima. Durante las ultimas semanas y incluso esta mañana, cuando miro los mapas del tiempo, nuestra ciudad aparece como un punto minúsculo de amarillo, rodeado por el color rojo, como sí viviéramos en un oasis que está en una batalla contra algún dios terrorífico de fuego.

Viví en el desierto alto de California por 4 años y después de un verano extremadamente caliente, y aunque me encantaban los inviernos, empecé a temer los veranos. De hecho, después de graduarme de la universidad a principios de junio, decidí visitar a una amiga que vivía en San Francisco. Nunca regresé a Riverside, ni siquiera para recoger mis cuantas pertenencias. Fue una de las mejores decisiones que he tomado jamás. Este artículo confirma eso, aunque, no necesitaba que nadie me dijera que el calor extremo fuera mal para mi salud.

Desafortunadamente, San Francisco no es el Arca de Noé y con el cambio climático, temo que estemos perdiendo la batalla contra los dioses y aún las pequeñas porciones de tierra no afectadas por las olas de calor actúales no son suficiente para la supervivencia de todos y el hecho de que seamos los agentes de nuestro propio fallecimiento y lo del reino animal hacen esta tragedia aún peor.