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Cuando yo era niña, las únicas conexiones que tenía con el mundo, afuera de nuestro vecindario y mi primaria, eran el correo, los libros, la radio, los periódicos con tiras cómicas y las revistas de historietas. Por supuesto, también tuvimos un teléfono, pero estaba en la cocina y yo tenía que compartirlo con el resto de mi familia, no había muchas oportunidades para tener conversaciones privadas. No recuerdo ni una vez en que mis padres me prohibieron prestar un libro de la biblioteca, ni escuchar un programa en la radio, pero sí, recuerdo que había unas revistas de historietas de las cuales mi mamá me advertía que o fueran para los niños mayores o solamente para los varones. Creo que yo era niña acomodadiza porque no recuerdo ningunas batallas sobre aquellas normativas. Sin embargo, recuerdo bien un verano cuando estaba en la escuela media y unos vecinos me pidieron que yo alimentara a su gatito durante sus vacaciones. En su casa, encontré, en una estantería, un libro de que yo había oido decir unas amigas de mi mamá que era un libro escandaloso. Yo sabía que mi mamá no aprobaría si ella supiera que yo estaba leyéndolo, pero no podía resistir la tentación y durante esas dos semanas, leí casi todo del libro, "Peyton Place", en particular, las partes jugosas. Le di a mi mamá que el gatito se sentía muy solo y que yo quería consolarlo y por eso pasaba una o dos horas cada día en su casa. Dudo que ella me creyera, pero nunca me interrogó.
En comparación, hoy en día, los padres tienen que lidiar con un montón de influencias exteriores de la red y creo que, aunque la crianza de hijos nunca ha sido fácil, es más compleja ahora que antes. Si yo fuera una madre, no sé lo que pensaría sobre una ley que prohibe a los menores de 14 años tener cuentas en las redes sociales. Puedo entender por qué muchos padres preferirían que sus hijos no las accedieran, pero también puedo comprender por qué unos padres preferirían en imponer las directrices ellos mismos en vez de dejar a los gobiernos hacerse cargo la educación de sus hijos.
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