Que significaba originalmente la palabra hereje y por qué se convirtió en una condena.

[Helen Norris]

Me hace sentir incomoda pensar que alguien pudiera denominarme una hereje por no creer en sus creencias. Hoy en día, en este país, si esa persona me lo llamara no me apedrearían ni me quemarían en la hoguera, pero todavía sería un tipo de difamación y me dañaría. Hay el viejo refrán que solía cantar cuando era una niña, "Los palos y las piedras pueden romper los huesos pero los nombres nunca van a lastimarme".  Tristemente, aunque me sonaba bien en el patio del recreo del colegio, la realidad es que no era la verdad. Los nombres definidamente pueden causar dolor. Estoy al tanto de que estoy afortunada de vivir en una sociedad que me permite la libertad de elegir mi propia fe y me disgusta cuando escucho a las personas que dicen que nuestro país debe seguir solamente las normas del cristianismo. Para mi, la separación entre la iglesia y el Estado es sumamente importante.  Las religiones organizadas pueden suministrar servicios, prestar un espíritu de pertenencia y establecer normas de comportamiento pero no promueven muchas innovaciones y en mi opinión están basadas principalmente en el miedo del desconocido. No es decir que ese temor no sea real y casi todos necesitamos, de vez en cuando, el apoyo y la aprobación de una comunidad para tratar con la vida y la muerte, pero el tipo de ayuda debería  ser elegido por el individual sin presión de los demás. Creo que que es el tiempo que devolvamos el significado griego a la palabra hereje. Es una palabra perfectamente buena y merece su definición original