8 de los lugares habilitados más coloridos de América Latina y el mundo

[Helen Norris]

Los vecindarios con las casas pintadas de distintos colores vibrantes son preciosos y pueden ser fiestas para los ojos, pero no creo que querría vivir en un lugar así. Como dicen en este artículo la gente que vive en esos barrios tiene que pedir permiso a  sus vecinos si quieren cambiar el color de su propia casa. Otra razón por que no tengo ganas de vivir en una es que no querría soportar los autobuses de gira llenos de turistas apuntando y mirando fijamente a mi hogar como hacen con las casas victorianas en San Francisco, conocidas como "las damas pintadas". En mi opinión humilde, es una flagrante invasión de la privacidad, la cual me recuerda de un recorrido que hice en la Isla de Capri. Una parte del tour fue un paseo del puerto al pueblo en un funicular. Al principio, lo disfrutaba mucho porque podíamos mirar de arriba hacia las casas con jardines preciosos situadas en la ladera de la colina. Pero al ver una mujer que trabajaba en su jardín, de repente la situación me hizo sentir incómoda, porque sentía como si yo fuera una voyeur y tuve que apartar la mirada. Supongo que la señora estaba acostumbrada a estar en la vista de todos porque tenía que saber estábamos ahí y ella no nos prestaba atención en absoluto. Yo pensé que si yo fuera ella yo habría estado sacudiendo mi puño a todos, pero, por supuesto eso habría sido una pérdida de tiempo y energía y es probable que solo hubiera provocado carcajadas de los pasajeros al ver una mujer enojada haciendo algo tan infructuoso. 
En suma, es probable que sea mejor que yo cambie mi actitud a una más positiva para que pueda apreciar a todos que tratan de hacer el mundo un poco más bello, sea por pintar sus casas de colores brillantes o por cultivar las flores en sus jardines sin preocuparme tanto por la falta de privacidad, la que es importante pero también es el intento de la individual para hacer algo normal y corriente más bonito y compartirlo con los demás.