¿Comerías pasta hecha de insectos? Los italianos ya lo están haciendo.

[Helen Norris]

No tengo una aversión a comer insectos, aunque recuerdo cuando vi por la primera vez en México  un gusano en una botella de mezcal. Me repugnó porque podía verlo y no era bonito en absoluto. Sin embargo, muchos años después durante un viaje a Oaxaca, los chapulines aparecieron en los menús de muchos restaurantes y adquirí un gusto por ellos. Con eso no digo de que después de volver a casa los extrañé, pero no me molestaría verlos servidos como un aperitivo. Por eso, ni siquiera pensaría dos veces antes de comer una pasta hecha de insectos. De hecho, ahora tengo mucha curiosidad del sabor y me gustaría probarla. Hay varias marcos que aparecen en el internet y estoy tentada de comprar una caja. La mayoría de los marcos son de Italia y, como dicen en este artículo, no son baratos pero nos proveen más nutrientes que las pastas hechas completamente con el trigo. Me apetece más comer los platos hechos con insectos que con la carne cultivada en los laboratorios, aunque estoy dispuesta de probar ambos. 

Creo que ha llegado el momento en que todos debemos de aceptar la idea de que la ganadería intensiva no es sustentable y buscar opciones. El cambio es duro y puedo entender la renuencia de algunos italianos, en particular de los que temen que sus negocios que dependen en productos de carne puedan sufrir perdidas de ingresos. No obstante, les recomiendo a esas personas que no hagan lo que sus antepasados hicieron con los tomates. Les tomó casi 3 siglos antes de que los incorporaran  en su gastronomía común y ahora los productos hechos con tomates son un gran fuente de ingresos para Italia. A menudo es mejor estar en la primera linea de cambio.