América latina: un caso de extremos

[Laura Dansky]

Este artículo trata de un tema en particular: lo que parece bueno siempre tiene otro lado.  Es decir que nada es perfecto, y siempre aparecen los agujeros.  En el caso de América latina, recientemente hemos visto algo poco común: unos presidentes latinoamericanos quienes salen de su mandato con una aprobación todavía alta.  En lugar de un golpe de estado o otro tipo de salida poco decorosa, estos líderes mantienen altísimos niveles de popularidad tras dejar el poder.  Por un lado, es bueno tener los liderazgos apoyados por los ciudadanos.  Por otro lado, su popularidad ha creado otros problemas.  Primero, ellos, o alguien que ellos apuntan, pueden volver a entrar en la política y ser asegurados de un retorno a sus palacios de gobierno.  Esto indica una dinastía, y no una democracia.  Segundo, el reciclaje de los líderes anteriores significa que las instituciones de América latina son débiles.  Para proteger una democracia, las instituciones políticas deben tener un poder significativo.  Si no, un líder popular puede hacerse más y más dictatorial.  No quiero sugerir un regreso al pasado no muy lejano con sus escapas por helicóptero en el medio de la noche.  Lo que sí quiero subrayar es que cada extremo (un líder muy odiado y un líder amado) puede ser un ataque contra la democracia y la libertad.