El ambicioso plan de China

[John Santibanes]

La revolución tecnológica ha llevado el mundo hacia los extremos de la grandeza y la pequeñez. Con los avances en ingeniería los países y sus empresas compiten en construir los aviones más grandes, los edificios más altos y los motores más potentes. Al mismo tiempo muchas cosas que utilizamos en la vida cuotidiana son cada vez más pequeñas. Avances en la tecnología de los semiconductores han reducido el tamaño de los dispositivos electrónicos que utilizamos cada día para comunicar y para gozar la buena vida sin mover ni un dedo. Hoy en día todo está en orden.  Pero si parece que hay un límite práctico de estos avances, que los extremos de la grandeza y la pequeñez deben ser finitos, también bien parece que la única limitación es la imaginación.

¿Cuál es la impulsa de la revolución tecnológica y donde nos conduce? La curiosidad la impulsa, ciertamente, pero también la necesidad de dar de comer y de vivir a una población mundial que crece explosivamente. ¿Llegará la revolución a su fin cuando la humanidad ha consumido todos los recursos naturales del planeta o cuando el planeta no puede caber más personas? Tal vez, o tal vez, antes de rematar nuestro pobre planeta, la voz colectiva de la humanidad dirá: vamos a tomar una pausa.