7-12-2020_#WhyDemocracy

[John Santibanes]

En el vídeo se presentan ocho declaraciones que el interlocutor dice que representan lo que piensa su padre sobre la política. Puede ser que “su padre” sea una sinécdoque que representa una clase de compatriotas o afines. Podemos especular cuales son las características de esta clase, pero deben contener la desafección entre otras. De todos modos, estas declaraciones se usan por el interlocutor como “hombre de paja” que le permiten examinar algunas deficiencias de la democracia como la conocemos.

Él considera cada declaración escuetamente, ofreciendo sugestiones para movernos hacia una versión idealizada de la democracia. Luego, anda retrocediendo en el tiempo, comentando brevemente el impacto de las revoluciones francesa y estadounidense y el rol de las elecciones en el sistema feudal, hasta llegar a la antigua Atenas y la democracia soñada. A lo largo del vídeo, se me hizo muy difícil escuchar bien porque el interlocutor habló de una manera apresurada y a menudo su voz fue tragada por una fuerte banda sonora.  Pero logré escucharlo suficiente para concluir que él comparte las declaraciones o, mejor dicho, las quejas de “su padre” y se preocupa mucho de los defectos del sistema de la democracia representativa. Sin duda, he omitido unos puntos importantes.

Si el sistema vetusto ateniense es el modelo casi perfecto de la democracia, un sistema en lo que solo los ciudadanos varones adultos tuvieron el derecho de votar, es uno que no se adapta fácilmente a la escala y las realidades del mundo actual. Mas allá de eso, con respecto a Estados Unidos lo que nos falta es una cura para la corrupción, y este tema no lo aborda el vídeo. En un sistema con elecciones financiadas sin fondos públicos, con el cabildeo legal de legisladores, y con una Corte Suprema que declara que las empresas más ricas son personas en materia de proceso electoral, es fácil que prevalezcan los deseos de los pocos ricos. Tampoco aborda cómo la democracia frágil puede sobrevivir en la edad del internet. Tener un proceso electoral confiable sí es imperativo, pero en una época de inseguridad económica amplia es fácil distraernos de los muchos desafíos de nuestra época.