Los dos desconocidos que salvaron la vida del otro sin saberlo

[Helen Norris]

Es bien conocido que un acto de bondad, grande o pequeño puede llevar al dador un sentimiento de satisfacción y elevar su ánimo. Por supuesto, eso no debería ser la única razón para hacerlo, sino debería venir de la capacidad de empatía y un deseo de ayudar al prójimo. De veces es difícil distinguir las razones detrás de nuestras acciones. Por eso, la persona que necesita ayuda puede ser recelosa con la mano de un extraño. Sé esto de experiencia personal y trato de acercarme con mucho cuidado a un desconocido que parece tener problemas con los cuales yo puedo ayudar. Puede ser incomodo cuando la persona se niegue la oferta y aún peor cuando hace como si se sintiera ofendida. Hoy en día creo que muchos de nosotros hemos caminado por alguien sentado o acostado en la acera que obviamente necesita ayuda, pero estimamos que la situación es fuera de nuestras competencias y sin saber que más de hacer, o llamar el numero de teléfono 311 o simplemente nos hacemos la vista gorda, Esto siempre me hace sentir un remordimiento de conciencia. Por suerte, ha habido momentos cuando he podido a ayudar a alguien en una manera u otra y doy gracias por estos momentos.  Siempre trato de estar consciente de que me he ayudado tanto como la persona a quien le di la mano.