Cómo proteger y cuidar tu visión en la era de las pantallas

[Helen Norris]

Aunque no tengo que usar una pantalla para mi trabajo, todavía  la mira demasiado, a veces solamente para pasar el tiempo en vez de hacer algo productivo o juguetear con mis dedos pulgares.  Usualmente puedo evitar mirar una pantalla cuando leo libros porque todavía prefiero hacerlo con los que están impresos en papel. No es decir que no siento la fatiga visual de vez en cuando con los libros de papel pero ¿tal vez es mejor que la de digital? No sé, pero eso es lo que me digo. En cualquier caso, puede ser que la regla 20-20-20 sea una buena y siga siendo aplicable, sean los libros en línea o en papel. Lo problemático, para mi, es que a veces me siento culpable por los árboles que dan sus vidas por mi placer de lectura. Por eso, trato de conseguirlos desde la biblioteca o comprar usados, pero cuando la lista de espera de la biblioteca es demasiado larga o no puedo obtener uno usado, me rindo y voy de compras para uno nuevo. Es como una batalla entre la salud de mi visión y la del medioambiente, un dilema de la edad moderna.  Además, aún el acto de la compra, en y de si mismo, me presenta con otro dilema moral. No quiero comprar nada de Amazon que no sea esencial ni disponible en otro sitio y por eso, me gusta conseguir algunos libros por encargo de mi librería favorita, Dog-Eared Books. Esto me hace feliz porque siento que estoy ayudando la economía local. Por supuesto hay la opción de escuchar audiolibros pero esos me ponen somnolienta, incluso si el orador es un actor buenísimo con una voz bien expresiva. Es como cuando un padre o una madre lee a su hijo para que el niño se duerma. Eso sería bueno si tuviera el insomnio, pero nunca voy a terminar leyendo un libro de esta manera.