Clase de Carmen_10-10-2019

[John Santibanes]

El artículo señala que la leche de vaca proporciona, dentro de una dieta balanceada, una gran cantidad de nutrientes, calcio y proteínas.  Y según estudios, beberla disminuye el riesgo de sufrir un accidente vascular cerebral, diabetes tipo 2 y varias formas de cáncer. También podría evitar el desarrollo de cardiopatías y, por si fuera poco, fortalece los huesos y ayuda a aumentar la masa muscular en la edad adulta, especialmente después de los 75 años. En la vejez, un tejido muscular fuerte protege las fracturas óseas en caso de caídas. 

Se estima que el ganado fue domesticado hace unos 10.500 años en el Medio Oriente, y casi desde entonces los seres humanos han estado recurriendo a este alimento para sustentar la vida y complementar su dieta, pero sobre todo en las regiones frías del planeta.  Nuestra capacidad como especie para digerir la carne y los lácteos y hacer frente a sus riesgos, entonces, tiene una larga historia, lo que no quiere decir que todos los seres humanos lo toleren por igual.  Como dice el artículo, "gran parte de la población mundial tiene deficiencia de lactasa, especialmente en Asia." Los genes determinan quién sí y quién no va a tener la deficiencia en la adultez. Se considera que tanto en Latinoamérica como en los países de Asia y África esta cifra puede ser mayor al 50 por ciento, mientras que en los países del noroeste de Europa puede llegar a solo un 5 por ciento. 

No he dejado de beber leche (porque todavía estoy convencido de ciertos de sus beneficios) o comer queso (porque no quiero renunciar a la abundancia de sus sabores).  Pero admito que, ante la producción industrializada de alimentos y los problemas ambientales que presenta la producción ganadera, reducir el consumo de productos lácteos es la medida más sostenible para el planeta.