La historia de Welcome Stranger, la pepita de oro más grande del mundo fue encontrado hace 150 años

[Helen Norris]

El aliciente de enriquecerse o puede darnos beneficios o puede hacernos daño. Recuerdo cuando tuve 10 años y vivíamos en Klamath Falls, Oregon, mi papá trabajaba para una compañía que construía puentes y carreteras como la carretera 5 al igual que caminos rurales y cortos. La historia que quiero contar ocurrió en 1952 y la fecha viene al caso porque en ese tiempo, todavía había mucha gente como mi papá que no sabía mucho de los peligros de la radioactividad.

Mi papá fue el superintendente de trabajo de un camino rural varias millas del pueblo. No sé exactamente el largo del camino ni dónde estaba pero poco de terminar de construirlo, descubrieron que la material de una cantera de grava cercano de donde había conseguido la grava contenía uranio, un recurso sumamente valioso. Recuerdo que mi papá nos dijo, mientras sacudir la cabeza, que había estado cambiando cada día encima del uranio sin saberlo. No sentía miedo del efecto sobre su salud, solamente se arrepentía que no había el primero de descubrirlo porque el dueño de la cantera vendió la cantera y se enriqueció. 

Poco despues, mi papá compró un contador de Geiger y por uno o dos meses íbamos cada fin de semana a las colinas alrededor de Klamath Falls para buscar uranio y después disfrutar un pícnic.Para mí fue una aventura divertida.

Ahora sé que tuvimos suerte que nuestro contador nunca registró ni un signo pequeñito de radioactividad.

No sé si el camino todavía exista, pero si estés manejando por los caminos rurales cerca de Klamath Falls, te aconsejaría que tengas tengas cuidado y te pongas tu delantal de plomo.