Por qué es tan sorprendente la paradoja del ahorcamiento inesperado

[Helen Norris]

Cuando era una niña de 9 o 10 años vivía en Klamath Falls con mis papás al otro lado de la calle de una pareja que era nuestro casero. Ethel era maestra en una escuela secundaria  y Charlie era mecánico. Charlie había llegado solo a los EE.UU cuando tenia a eso de 14 años, con menos de 4 años de escolarización. Había mentido sobre su edad para conseguir trabajo en un buque de carga desde Gales durante los años entre las dos guerras mundiales. Desde el punto de vista de mi y mi mejor amiga, Charlie era un genio. Según él, era autodidacto y había leído y memorizado el Enciclopedia Británico entero. Nunca le pusimos a prueba aunque podíamos ver todos los tomos en un estante de su comedor.  Cuando íbamos a visitar a él después de la cena en el verano, nos solíamos sentar en las escaleras de su porche delantero y Charlie nos estrenaba las estrellas y decía  sus nombres y también nos contaba las leyendas sobre las constelaciones. Pero, sus acertijos de todos tipos eran los que más nos gustaban. Por supuesto, no eran complejos en comparación con "la paradoja del ahorcamiento inesperado", pero tampoco eran pan comido. Es posible que mi amiga y yo pasáramos tanto tiempo tratando de solucionar sus acertijos como cumpliendo nuestras tareas de escuela. 

¡Qué maravilloso sería ahora mismo si Charlie pudiera aparecer enfrente de mi, como si fuera un genio en una lamparita, para ayudarme a entender la paradoja del ahorcamiento inesperado, o la del gato de Shrödinger!