La clase de Carmen: La tarea 12 diciembre 2019

[Harriet Fotis]

A mí me gustan los niños pequeños pero rara vez tengo la oportunidad de estar con ellos.  (No tengo hijos y mis sobrinas nietas ya no son niños.)  Había olvidado lo entretenidos que a veces pueden ser. Eso es hasta el sábado pasado.

El sábado pasado mi grupo y yo estábamos senderismo en el Monte Tam, pero fue muy lluvioso y ventoso.  Con un clima como este es muy común para nosotros parar para el almuerzo en West Point Inn (WPI).  WPI es una posada histórica situada en la montaña. En el primer piso hay una cocina y una gran habitación amplia con mesas, sillas y una chimenea. Todos son bienvenidos a usar esta área.  No sirven comida (necesitas traer la tuya propia), pero hay agua caliente para hacer café o té.  Es un destino muy común para excursionistas y ciclistas de montaña.

Entonces, cuando llegamos, estábamos totalmente sorprendidos ver a muchos niños y sus padres usando todas las mesas.  Estaban teniendo una fiesta de decoración de galletas de Navidad.   Estábamos totalmente fascinados.  Fue tan inesperado.  Había galletas y decoraciones para las galletas en todas partes; en las mesas y las sillas, en la cocina, en todas partes.  Pero era un grupo muy simpático y los niños nos invitaron a sentarnos con ellos y si queríamos, podríamos ayudar a decorar las galletas (y comerlas).  Fue muy divertido escuchar sus historias; cómo habían llevado todo por la montaña, y luego habían horneado las galletas y ahora las estaban decorando con mucho cuidado.  Y lo importante que era elegir el color de glaseado adecuado y las chispas correctas. 

Le pregunté a uno de mis nuevos amigos cómo él iba a poder volver a su coche después de comer todas esas galletas.  Su padre me dijo que no sería un problema. Con todo el azúcar que él había comido, el niño probablemente volaría hacia abajo de la montaña.

Desafortunadamente pronto tuvimos que irnos.  En la lluvia y el viento, pero con un montón de galletas en nuestras mochilas.